Copas varias: 15 leuros
Ver a Manu haciendo brigatadas: no tiene precio
Y ahora os dejo con la crónica del concierto escrita por Fer, que es el que realmente sabe. Los demás escuchamos este tipo de música para hacernos los interesantes y que se pique Miguel.
La noche del 21 de abril de 2005 fuimos testigos del maravilloso recital que ofreció Wilco en la sala Aqualung de Madrid. El relato de tamaña experiencia, protagonizada por Dr. Brigato, Super Doc, Sir Hannofer (que en tan señalado encuentro dejaron atrás sus diferencias históricas) y Lord Rufus Saint-Marie, hermano del aristócrata maligno, sucede así:
Comenzamos nuestra feliz peripecia disfrutando de un brugal-cola en el mítico Chiquito bar, en cuyo dueño se inspiró el insigne humorista para dar forma a su conocido personaje. Con algo de retraso hizo su aparición estelar Volkschencho, diletante sibarita de las artes más delicadas y sugerentes, acompañado de uno de sus colegas. El moderno bakaleta nos puso al día de todos aquellos aspectos novedosos que han acontecido en su vertiginoso vivir.
Una vez saciados nuestros hígados, y tras despedirnos de Volkschencho y de su ínclito escudero, llegamos al paseo de la Ermita del Santo, donde asistimos con asombro a la expectación inusitada que había provocado la banda norteamericana, reflejada en una larga cola de público hasta llegar a las puertas del local, y que se confirmó con un Aqualung repleto como jamás lo habíamos visto en nuestras anteriores visitas.
Como suele ser habitual, tras cruzar el umbral de la entrada nuestros ojos fijaron su atención en el puesto de camisetas del grupo, pero al instante sobrevino la desilusión cuando comprobamos que los diseños distaban mucho de convencernos, a lo que debíamos sumar que los precios amenazaban ostensiblemente nuestras humildes cuentas corrientes.
Tras una rápida visita al baño, ocupamos nuestro lugar en la barra para solicitar al pibón dos minis de ron gavanes, uno con cola y otro con limón. Cumplido lo primordial nos dispusimos a disfrutar de la fina degustación que se nos avecinaba con la actuación de The Sunday Drivers, que sin duda demostraron un gran nivel a medida que desarrollaban su cancionero hasta ponerle fin interpretando la grandísima Little Heart Attacks, donde incluso gran parte del público coreaba el consabido la la la la que pone fin a la canción. En el momento de la despedida, Jero se atrevió a confesar que tenían ganas de finalizar su actuación para disfrutar cuanto antes de la actuación principal de la noche.
Y sin ninguna demora Wilco ocupó el escenario. En su primera visita a Madrid, los 6 miembros del grupo, recibidos con gran entusiasmo por una audiencia entregada de antemano, se colocaron en formación: guitarra, bajo, batería y piano, con Jeff Tweedy a la voz y a la guitarra, y un sexto miembro que, en función de las necesidades de la canción, tocaba el sintetizador, la pandereta y las maracas, o bien sumaba una tercera guitarra al poderío eléctrico de la banda.
Comenzaron el concierto con la belleza pop de Handshake drugs, que se iba deslizando suavemente mientras se tornaba más y más agreste hasta convertirse en un delirio sónico evocador de sentimientos confusos, oscuridad, marginalidad. El momento cumbre de la noche no tardó en llegar, cuando tocaron la preciosa, intimista, delicada y desgarradora At least that’s what you said, un instante repleto de magia, con toda la banda impregnando de pasión una canción única. Destacaron también la belleza de las canciones War on war, Company on my back y Jesús, etc., de sus dos últimas obras.
Resulta desconcertante cómo una banda que ha logrado facturar discos de la valía de Being there o Summerteeth (en menor medida), puede permitirse el lujo de pasar de puntillas sobre ellos sin que se echen de menos sus canciones en el setlist.
En el ambiente flotaba la espera impaciente de una de sus canciones más arriesgadas, donde se adentran definitivamente en el rock alternativo, y en la que no queda ya ningún resto de la banda alt-country que fue en sus inicios Wilco; de este modo atacaron Spiders (Kidsmoke) ante el delirio del público, que celebraba profusamente cada vez que se producía la ruptura provocada por las cortantes guitarras sobre la base rítmica displicinada y monótona dispuesta por bajo y batería.
Jeff Tweedy se mostró muy poco comunicativo en la primera parte del concierto, aunque consiguió perder su timidez inicial a medida que se desarrollaba el concierto. Tal y como ya habíamos visto hacer a Moby en el Festival de Benicassim 2003, pidió disculpas al público por el gobierno de su país, justo antes de entonar el Ashes of American flags, y después interactuó con el público durante una jovial Kingpin en la que pedía al público que gritase un sonoro y potente “AAAAAAHHHHHHHHH”.
El tramo final del concierto encadenó las canciones más alegres y festivas de toda la noche con Outtasite (outta mind) y Monday a la cabeza, hasta que llegó el punto final a una noche irrepetible con Passenger side.
Ayer tuvimos la posibilidad de contemplar una banda sólida, en estado de gracia, con unos instrumentistas fuera de serie, donde destacaba especialmente la mala bestia que era el batería, la elegancia del pianista y las continuas lecciones maestras que el guitarra solista nos ofrecía en cada nota. Si a esto le añadimos la personalidad de Jeff Tweedy, con su voz rota y firme, suave y crispada, que entonaba un repertorio de canciones único, que sonaron con una potencia altísima sin que ningún sonido se acoplase a otro, logrando una claridad cristalina en cada instrumento, faceta en la cual también se debe otorgar su parcela de responsabilidad a la sala Aqualung, sin lugar a dudas la que mejor sonido ofrece en toda la capital de largo.
En la noche de ayer abandonamos el recinto con la certeza de que habíamos disfrutado del mejor concierto en lo que va de año, y con la sospecha de que acabábamos de ser testigos de uno de los mejores conciertos de toda nuestra vida.
Muchas gracias a FerStu (Stu de estupendo) por tan magna colaboración a esta humilde bitácora.
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